Ayer viví una de esas experiencias que dejan huella: tuve la oportunidad de dar una charla en el STEM Women Congress de Madrid.
Mi presentación se titulaba:
“Aquella vez que me convertí en manager: 3 herramientas para sobrevivir a tu primer equipo”
y en ella compartí, en 15 minutos, una historia real sobre lo que supone liderar por primera vez. Con sus luces, sus sombras, y sobre todo, con mucha transparencia.
La jornada empezó con algún contratiempo técnico (mi portátil decidió no conectarse a la pantalla del auditorio 😅), pero una vez superado el obstáculo, todo fue rodado.
Lo más emocionante vino después. Muchas mujeres se acercaron a hablar conmigo. Me contaron que se sintieron reflejadas en mi historia, que mi charla les inspiró, y querían saber más sobre cómo me había formado yo para ser una buena manager.
Como agilista, uno de los mensajes que más quise transmitir es este:
En tiempos de inteligencia artificial, herramientas sofisticadas y automatización, no podemos olvidar que las personas y sus interacciones están por encima de todo. Como bien dice el primer valor del manifiesto ágil.
Eso no ha cambiado. Eso no debería cambiar.
Quiero dar las gracias de corazón a todas las personas que estuvisteis allí, a quienes me acompañasteis, a quienes me disteis feedback y a quienes me habéis escrito después con tanto cariño.
Gracias por confiar, por compartir y por creer que liderar también se aprende.
Seguimos avanzando.
No hay comentarios: